VOLVER A EMPEZAR
04.11.2015 20:14
En este primer artículo quiero hacer referencia a un tema de actualidad en este año 2015 saturado de elecciones en España, la influencia que tienen los cambios de gobierno en el funcionamiento de la Administración.
Cada cuatro años, cuando el resultado electoral da lugar a un cambio de gobierno, se produce un elevado número de movimientos en los puestos directivos. Por un lado se renuevan los puestos de carácter político, por ejemplo en las CCAA los consejeros y directores generales (y muchos otros menos conocidos para el gran público) y por otro los puestos de funcionarios de libre designación, que son los niveles más elevados del Grupo A1.
En los puestos políticos salen los de un(os) partido(s) y entran los de otro(s). Generalmente el político que entra desconoce casi todo sobre el departamento, dirección general u organismo al que se incorpora: la estructura orgánica, la legislación aplicable en el sector, las competencias, las necesidades, la trayectoria, el trabajo de los funcionarios… y, sin embargo, inmediatamente debe tomar decisiones de gran calado que serán decisivas en la recién comenzada legislatura en ese pequeño o gran ecosistema al que se ha incorporado.
Y una de las grandes decisiones que tiene que tomar es si mantiene o cesa a los funcionarios de libre designación (como ejemplo más claro los jefes de servicio). Si opta por cesarlos, esto supone poner patas arriba al departamento, dirección general u organismo en cuestión. Los asuntos ordinarios seguirán saliendo con normalidad pues los llevan el resto de funcionarios, los que no son de libre designación, pero los asuntos de gran calado, que necesitan de la iniciativa y firmas de los jefes, pueden paralizarse varios meses.
El proceso de cambio no es de un día para otro, como suele decirse las cosas de palacio van despacio. Los ceses son anunciados con cierta antelación y para ser efectivos deben ser publicados en el diario o boletín oficial que corresponda, igual que los nuevos nombramientos. El político o funcionario cesado, como es lógico, no va a llevar a cabo nuevas iniciativas ni asumir decisiones importantes estando virtualmente fuera. Y los que vienen nuevos no vienen aprendidos, es decir, que necesitan un tiempo de aclimatación para conocer a sus compañeros, el ambiente, la forma de trabajar, los asuntos que van a llevar, la estructura orgánica, el reparto de funciones, la legislación aplicable…
Es un grave problema este de los puestos de libre designación. En mi opinión, los puestos correspondientes a funcionarios del grupo A1 en sus niveles más elevados no deberían tener ese carácter. Es una forma de “politizar” unos puestos a los que se debería llegar y en los que se debería permanecer por motivos de mérito y capacidad y no por ser militante o simpatizante de un partido u otro o tener más o menos contactos en las altas esferas.
Así, en estos meses de parón, los implicados en los puestos de libre designación entran en un juego que les afecta a ellos y repercute negativamente en el funcionamiento de la Administración y puede afectar también al ambiente de trabajo. La ambición de unos por ascender y las venganzas saltan a la palestra. Este aspecto merece un artículo que publicaré próximamente.
Nosotros, los propios funcionarios, sabiendo lo que sucede deberíamos acabar con esta situación y sus consecuencias. A estos puestos debería accederse por concurso, como se hace en los demás, ponderando el mérito y la capacidad. De esta forma se facilitaría la transición en el relevo de los cargos políticos, los cuales podrían hacerse una mejor idea de cómo ha funcionado un organismo, qué puede mejorarse y tomar medidas mucho más cercanas a la realidad y menos a las ideas preconcebidas con las que llegan a su nuevo cargo o los interesados consejos que puedan recibir . Pero hay tantos intereses en juego… y los sindicatos, que deberían exigirlo, son también protagonistas principales en este circo.
En definitiva, los cambios de gobierno, una de las grandes ventajas de los sistemas democráticos, podrían gestionarse mucho mejor de lo que se hace actualmente, pero no interesa. Por eso, cuando se producen, no queda otra que volver a empezar.