EL FUTURO ELEGIDO A MEDIA LUZ

14.10.2018 10:46

¿A quién no le gusta mejorar? ¿Quién no desea cobrar más? El artículo 16.2 del Real Decreto Legislativo 5/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto Básico del Empleado Público define la carrera profesional como el conjunto ordenado de oportunidades de ascenso y expectativas de progreso profesional conforme a los principios de igualdad, mérito y capacidad.

 

Para que nos entendamos, para progresar en la carrera profesional un funcionario de carrera (es decir, fijo) tiene dos vías. La primera es participar en un proceso selectivo, ya sea de turno libre (abierto a cualquier persona que reúna los requisitos establecidos en la convocatoria) o promoción interna (exclusivo para funcionarios de carrera), con el objetivo de acceder a un grupo o subgrupo superior y, en consecuencia, ascender en la pirámide jerárquica de la Administración. Cada uno de estos grupos o subgrupos (A1, A2, B, C1, C2 y agrupaciones profesionales) exige estar en posesión de un grado de titulación determinado (por ejemplo: A1 licenciado o grado, A2 diplomado, C1 bachillerato, C2 ESO…).

 

La segunda es tomar parte en un concurso de méritos, con la intención de subir de nivel dentro del mismo grupo o subgrupo, delimitando cada Administración sus propios niveles en de cada uno de ellos. Dentro de la citada carrera profesional, el artículo 79.1 del Real Decreto Legislativo 5/2015 establece el concurso como procedimiento normal de provisión de puestos de trabajo, consistente en la valoración de los méritos y capacidades y, en su caso, aptitudes de los candidatos por órganos colegiados de carácter técnico.

 

En cuanto a los criterios de valoración, en un concurso se tiene en cuenta, principalmente, el nivel de los puestos desempeñados, los cursos de formación realizados, el grado personal consolidado y la antigüedad en cada grupo o subgrupo.

 

Vista esta introducción, entramos en lo que nos incumbe en este artículo. Cuando nos planteamos qué puesto pedir, hay cosas que sabemos y cosas que no.

 

¿Qué sabemos? Conocemos el número de RPT (Relación de Puestos de Trabajo, algo así como la relación de puestos de la Administración y sus características), la denominación del puesto, su ubicación, tanto por Departamento como el edificio y la localidad en que se ubica, el complemento específico, la retribución y las funciones genéricas a desarrollar. Es mucha información que conviene analizar con detenimiento.

 

¿Qué no sabemos? Detrás de los fríos y objetivos datos anteriores, hay muchas otras variables a considerar que se nos escapan y que pueden ser determinantes. Así pues, desconocemos cómo son los compañeros, cómo son los jefes, cuál es el ambiente de trabajo, cuánto trabajo hay y si es lineal o estacional, cuánto contacto hay con el público, cómo está estructurada la oficina, cómo se distribuyen los descansos, cuáles son los criterios para elegir vacaciones y moscosos… Algunas de estas cuestiones se pueden preguntar, si conoces a alguien de confianza, pero en realidad no se averiguan hasta que llevas un tiempo trabajando allí.

 

En cuanto a la obtención de información al respecto, es lógico que si llamas a preguntar sobre el puesto en cuestión te den una información poco interesante. Hay que tener en cuenta que los puestos que aparecen en la convocatoria de un concurso de méritos están ocupados o por funcionarios interinos o por otros funcionarios de carrera, bien en comisión de servicios (tienen destino en otro puesto, generalmente de nivel inferior, y desempeñan ese temporalmente) o adscripción provisional (no tienen destino definitivo y están obligados a concursar para obtenerlo).

 

Por eso se entiende que te respondan de forma genérica, sin dar detalles, o lo hagan de forma interesada, exagerando para bien o para mal, en caso de que los compañeros de la persona que ocupa el puesto quieran que se vaya o se quede. No soy una excepción, cuando me ha preguntado alguien que no conozco o no lo suficiente, si me preguntan respondo cosas objetivas sin entrar en detalles, salvo que sea alguien conocido de quien me fíe.

 

Dichos datos desconocidos pueden llegar a ser tan importantes o incluso mucho más que los conocidos antes enumerados, por eso si el concurso afecta a un elevado número de plazas es muy posible que, aunque conozcas a mucha gente en tu Administración, te falte información relevante para tomar una decisión que afecta a tu futuro laboral.

 

Entonces, ¿qué haces? En un primer momento, te apetece participar porque, como decía al principio, a (casi) todos nos gusta ir a mejor, aunque estemos a gusto en el puesto que ocupamos. Pero después te surgen las dudas por todo lo que se te escapa y piensas, ¿a quién se le ocurriría convocar ahora el concurso con lo tranquilo que estaba yo en mi plaza?

 

Siendo sensatos, es una oportunidad para mejorara laboralmente y no conviene desaprovecharla pues aunque cueste adaptarse a un sitio nuevo somos unos privilegiados y no nos toca picar en la mina ni mucho menos. Además, podemos movernos relativamente pronto, a los afortunados les pueden conceder una comisión de servicios en el mismo departamento (pasado un año) o en cualquiera (pasados dos) y, el resto, participar en el siguiente concurso.

 

En consecuencia, toca ponerse manos a la obra. Esto es lo que he hecho cuando me ha tocado concursar, por si a alguien le puede servir de ayuda:

 

  1. Recopilar la máxima información posible, que sea fiable, pues en caso contrario te puede llevar a tomar malas decisiones.

     

  2. Establecer los límites que no estás dispuestos a cruzar. Por ejemplo, no quiero trasladarme de mi ciudad; o no quiero estar en un puesto en que haya atención al público porque quema mucho; o no voy a un servicio determinado porque está fulanito que sería mi jefe y no lo trago.

     

  3. Descartar todas aquellas plazas que sobrepasen los límites establecidos en el apartado anterior. Este paso es muy importante porque si en el concurso hay muchos puestos es bueno ir eliminando unas cuantas lo antes posible para ver el horizonte más despejado.

     

  4. Si todavía quedan muchas plazas, sería interesante hacer una segunda criba o incluso más, porque cuantas más quedan más difícil es ordenarlas.

     

  5. Como decíamos en el punto anterior, una vez que se han quitado todas las que había que quitar, es cuando hay que ordenarlas. Entonces, hay que establecer unos criterios muy claros, y para ello tomarse el tiempo que haga falta y estar convencido de ellos.

     

  6. Siempre quedan casos dudosos, en los que habrá que calibrar el grado de riesgo que se quiere asumir.

     

  7. Repaso final y los que hagan falta.

 

En resumen, creo que los concursos son una oportunidad que no se debe desaprovechar pero hay que afrontarlos con cautela, las ideas muy claras y pies de plomo. Luego ya depende del grupo y nivel que poseas y a los que puedas optar, además de tu situación personal ajena al trabajo. Son muchas las variables a ponderar y, una vez elegidas las plazas, varios los criterios a tener en consideración para ordenarlas. El futuro laboral está en juego y a todos nos gusta acertar con nuestras decisiones.