MÁS VALIOSO DE LO QUE PARECÍA

16.10.2019 17:37

Hace unos días asistí a un encuentro de trabajo con representantes de toda España del que he extraído conclusiones interesantes sobre las relaciones laborales. He de confesar que no esperaba que fuese así porque el evento en cuestión estaba enfocado a un colectivo muy específico, pero a veces donde menos te lo esperas encuentras algo que merece la pena.

 

En una de las ponencias nos dividieron por grupos para tratar unas cuestiones relativas a la convivencia en el trabajo, sacar conclusiones y después ponerlo en común todos juntos.

 

En primer lugar, nos preguntaron cómo te refieres a la gente con quien compartes trabajo cuando hablas de ellos con personas ajenas al mismo y, en este caso, la respuesta mayoritaria fue compañeros. Era lo más previsible y no hacía presagiar que las demás tuviesen más enjundia. En este caso, estuvimos de acuerdo en que depende del número de trabajadores, puesto que cuantos menos haya es más probable que se les llame por el nombre, y del tiempo que se lleve trabajando juntos, que sería directamente proporcional.

 

Después plantearon cómo se pone en conocimiento de los compañeros cualquier novedad, tarea o cambio en la planificación de interés común. Aquí las respuestas fueron variadas, desde soluciones clásicas como organizar una reunión o colgar una nota en un tablón de anuncios hasta el uso de aplicaciones de móvil genéricas como WhatsApp u otras específicas como Slack. En mi opinión, las nuevas tecnologías pueden ser un buen complemento, sobre todo desde el punto de vista informativo, pero si es necesario debatir o tratar un asunto trascendente me quedo con la reunión de toda la vida.

 

A continuación, debatimos cuáles son los principales focos de conflicto en el trabajo y en este caso también hubo respuestas diferentes. Por un lado, la desidia y la falta de compromiso de determinados trabajadores o la caradura de aquellos que engañan a la Administración fingiendo dolencias para conseguir la baja; por otro lado, la ausencia o las deficiencias en la comunicación, como los malentendidos, y las opiniones diferentes a la hora de hacer las cosas o solucionarlas. Aquí las experiencias de cada uno fueron decisivas en las aportaciones y en especial las más recientes que son las que se tienen más frescas.

 

Por último, respondimos cómo se solucionan los problemas en el trabajo. La receta mayoritaria fue hablando sobre ellos, bien en grupo o de forma individual según la cuestión a resolver.  En general, nos pareció obvio que cuanto más tiempo se tarde en encararlos más se enquistarán y será más complicado resolverlos de forma amistosa.

 

La actividad me pareció productiva con aportaciones interesantes, dentro de un tono distendido y hablando sin tapujos, a lo cual ayudó que nos mezclaran entre representantes de las distintas Administraciones y no coincidiésemos con quien compartimos cada día varias horas de trabajo. Después pusieron en común las conclusiones con el resto de grupos, las cuales no difirieron demasiado de lo planteado en el mío.

 

En definitiva, creo que estos encuentros de trabajo son útiles si están bien organizados, los contenidos son interesantes y se usan fórmulas adecuadas para sacarles partido, algo que sucedió en el que os he hablado, que fue más valioso de lo que parecía en un principio.