LO MEJOR ES NO PEGAR UN PALO AL AGUA

01.06.2016 20:28

Conforme pasa el tiempo en la Administración te das cuenta que la mejor forma de que no te hagan la vida imposible es ser un caradura y no pegar un palo al agua. En teoría parece contradictorio pero no lo es, porque es el mundo al revés.

 

Como he explicado en algún otro artículo, valores positivos en cualquier trabajador como la competencia, el interés, el esfuerzo y la eficacia en la Administración no se premian sino todo lo contrario, se penalizan. Nada de esto sirve en ningún concurso de méritos, en el que priman la antigüedad y los cursos realizados, ni promoción interna, que es como una oposición por turno libre pero algo light.

 

En caso de que te tomes tu trabajo en serio, como debería ser siempre, tienes todas las papeletas para comerte los marrones, en especial si eres joven. Si eres interino toca tragar con todo lo que te manden porque te pueden cesar cuando quieran y si eres funcionario de carrera dependerá del jefe que te toque.

 

La ventaja que tiene estar en el sector público con respecto al privado es que puedes decirle a tu jefe lo que piensas siempre dentro de la educación y el respeto y puedes intentar largarte de ese puesto en cuanto puedas, bien a través de una promoción interna o mediante un concurso de méritos o intentando conseguir una comisión de servicios. En la privada no puedes cantearte o te vas a la calle.

 

Para erradicar estas malas prácticas creo que es positivo cambiar de puesto de trabajo de vez en cuando, de hecho pienso que debería ser incluso obligatorio. Igual que los políticos tienden a corromperse y perder el contacto con la realidad del ciudadano de a pie cuando están mucho tiempo en el poder, los funcionarios también adquieren vicios. Toca abrir las ventanas y que corra el aire por el buen funcionamiento de la Administración y por un ambiente de trabajo sano.

 

El problema de estas situaciones tan desagradables es que el jefe de turno abusa de la buena voluntad de los funcionarios que valen y están comprometidos como expliqué en el artículo El doble rasero. Sabe que esos empleados públicos, por su forma de ser, no pueden estar sin hacer nada porque es algo que no conciben y, por eso, sabe que acabarán haciendo lo que les echen.

 

Antes no entendía a los funcionarios que pasaban de todo y aplicaban la ley del mínimo esfuerzo. Ahora creo que es posible que no fueran así en origen pero que este sistema contrario a la meritocracia les llevó a degradarse y les convirtió en parásitos, en el fondo es posible que sean sus víctimas.