EL DOBLE RASERO

06.05.2016 20:35

Hay muchos tipos de jefes, tantos como personas y ninguno se repite. Los hay muy buenos, que se preocupan y defienden a su gente, los hay cumplidores, que hacen lo correcto sin más ni menos, los hay que te vigilan de cerca, los hay que te dejan hacer, los hay que sólo les preocupa mantener su puesto, los hay que se creen por encima del bien y del mal, los hay que creen que nacieron para mandar, los hay que van a lo suyo, los hay a los que el puesto les queda pequeño, los hay a los que les queda enorme…

En este artículo quiero centrarme en aquellos jefes que, conocedores de sus limitaciones, intentan sobrevivir, es decir, ir saliendo del paso ante los problemas que se les plantean sin poder/querer solucionar la raíz de los mismos. Estos jefes son peligrosos para los funcionarios intachables, aquellos que cumplen con sus tareas y con el horario a rajatabla, que no dan problemas si no que los solucionan.

Me explico, estos jefes no son capaces de que su servicio o sección funcione correctamente porque no se atreven a poner firmes a ciertos funcionarios díscolos que no dan un palo al agua o espabilar a otros funcionarios profundamente incompetentes o encauzar a otros que jamás tolerarán salirse de las tareas que les gustan. No son capaces de solucionar este panorama y ni siquiera se lo plantean porque les aterra tener que enfrentarse a una realidad que les duele y muestra sus miserias.

Este tipo de jefes son muy injustos. Tienden a tolerar los caprichos antes expuestos y abusar de la buena voluntad de los funcionarios cumplidores, aquellos de los que saben que se pueden fiar, aquellos que si ven que el barco va a la deriva no dudarán en echar una mano donde haga falta, aquellos que trabajarán el doble si es necesario para completar un encargo urgente aunque afecte a tareas que no son suyas. Estos jefes no se atreven con los malos funcionarios y se pasan con los buenos funcionarios, aplicando un doble rasero.

El servicio o la sección, a duras penas, va tirando hacia delante gracias a los buenos funcionarios, hasta que estos se hartan y le dicen a la cara a su jefe lo que piensan y le dejan claro que no van a seguir tolerando la situación que él o ella ha creado por su falta de capacidad para manejar a un grupo.

Un consejo para los buenos funcionarios, alejaos lo más posible de estos jefes, son muy malos compañeros de viaje y os pondrán en un brete del que sólo podréis salir con valentía y sin pelos en la lengua. La unión es fundamental, estar juntos y cohesionados ante una situación de este estilo es clave, si cada uno hace la guerra por su cuenta será un sálvese quien pueda.